jueves, 3 de enero de 2013

Mekong Hotel (Apichatpong Weerasethakul, 2012) y el soslayo de lo esencial.



Siento que despojó, en este film, de un elemento primordial de su filmografía y que genera quizás el efecto etéreo preciso que ha otorgado una calidad superlativa a su cine: La presencia indescifrable de la selva. La naturaleza es un personaje esencial en este tailandés, siendo esta vez un río el elegido, sin embargo, la locación y arquitectura del lugar no llega a transmitir lo que produce la selva y quizás solo transmite frialdad e incoherencia a esa danza de vidas paralelas, reencarnaciones, posesiones, apariciones, fantasmas, espíritus “caníbales”, etc, sumadas a conversaciones irrelevantes acerca de las soluciones para las inundaciones. 


El misterio que envuelve la selva tailandesa es un elemento tan esencial, que sin ella la verdad que Apichatpong pierde más que gana. Es quizás un talentoso como director pero que es capaz de moverse no tan adecuadamente en otros terrenos. Y es que la selva, todas ellas, incluso la hermosa selva valdiviana de Chile, transmite un secreto incognoscible, un silencio que a veces aterra, hermética en una mirada perenne y milenaria, sólo interrumpido por las voces invisibles de grillos y cigarras. “Grítame bosque ese secreto feroz que se deja caer con la noche. La noche y sus tonos infinitos teñidos de silencio”. Observar el hermoso caos de la jungla es observar todo aquello que no es hombre. Lo humano que intenta alejarse de la entropía. El virgen desorden sin intervención geométrica de persona alguna es lo que finalmente nos lleva a conectarnos con un mundo que no es, y aquello es lo que hace que el cine de Weerasethakul sea tan creible y verdadero, a pesar de ser ciencia ficción. La atmósfera salvaje de poesía panteísta.
Llama la atención también, además de la actuación del propio director, el guitarrista: ¿Cuándo un individuo es realmente un personaje en una película? Arbitrariamente sería decir que es personaje el que aparece en los créditos. Pero ¿cuándo un personaje realmente es? Dificil respuesta ante el guitarrista y que nace obviamente de la inclusión vanguardista y atrevida de este por parte del creador.
Finalmente, a pesar de lo dicho, no pierdo ni perderé la fe en Apichatpong Weerasethakul... conmigo, ya tiene el cielo ganado.

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