jueves, 26 de marzo de 2009

Zu (con Mike Patton) en Chile.




Lo primero que debo decir es que fue realmente impresionante. De seguro será uno de los shows más recordados en la historia de conciertos realizados en Chile y sin duda, será perenne en mi memoria. Una eterna sensación. 

Mike Patton demostró por qué es conocido casi como una marca. El nombre de Mike Patton supera cualquier parámetro, tanto que puedo estar seguro que cualquier músico le hubiese gustado ser él en más de algún momento, tomar su lugar. Como dije, es casi una marca, pero hay una diferencia inmensa. Es el hecho de que no es una marca comercial como lo es uno que tocó también aquella noche, sino que es una marca completamente artística, que impone vanguardia, que sus discos son verdaderos suicidios comerciales, que su avantgarde suena a nada que se haya escuchado antes. También el hecho de que no es solo una careta actuada de loco, menos una actitud, sino que por el contrario, esa es su naturaleza, esa es su esencia. Lo surrealista y raro es su sino, tomando aquello casi con responsabilidad.



Deseaba pretéritamente que si viniese, lo hubiese hecho con Tomahawk o Fantômas ya que aquellas bandas están vigentes y su participación es inmensa (Peeping Tom cumple esos requisitos pero no es de mi total gusto). En Zu, en cambio, según lo que había visto en distintos videos, su genialidad no queda del todo plasmada, ya que solo participa con sus tornamesas y sintetizadores, cantando solo en dos temas del Carboniferous (Soulympics y Orc). Por lo tanto, mi expectación era un poco menor, aunque sabía que sería igualmente incomparable.


De pronto, brutalmente, aparecieron los cuatro integrantes sobre el escenario con máscaras al estilo de la lucha libre mexicana al igual que sus dos guardaespaldas, los cuales se situaron a los costados del escenario. Increíble. Surrealistamente prodigioso. La primera fue Cthonian y ¡sorpresa! Patton empezó a colaborar con su voz y gritos sacados de la pequeña enciclopedia de la locura (ya que en ella más que páginas hay imaginación), cosa que continuó durante todo el show y que, de paso, subsanó el único obstáculo que sentía. Genial.
 
Por otra parte, corroboré una antigua y cruel sentencia: La gente, los llamados “fanáticos” con efectistas poleras de antiguos grupos de Patton no escuchan nada, nada de nada. No es posible que sabiendo que viene con una banda con la cual tiene solo un disco, repito: un solo disco, no se den el “trabajo” de escucharlo (las comillas son porque debería ser un deleite). No puede ser que venga uno de los artistas más requeridos en el mundo y solo un tres por ciento, a lo mucho, conozca el disco. Incluso escuché comentarios tales como: “¿Qué es esto?” o “Pagué treinta lucas y no ha tocado nada”. Vergonzoso. Además cuando tocaban Orc, el último tema del disco y en el cual aparece el ladrido de un perro, no faltó el desubicado que dijo: “El baile de los que sobran”, por último decir Seamus de Pink Flyod. Demolió con tamaña estupidez la ensoñación en la que estaba.Lo primero que debo decir es que fue realmente impresionante. De seguro será uno de los shows más recordados en la historia de conciertos realizados en Chile y sin duda, será perenne en mi memoria. Una eterna sensación. 


Mike Patton demostró por qué es conocido casi como una marca. El nombre de Mike Patton supera cualquier parámetro, tanto que puedo estar seguro que cualquier músico le hubiese gustado ser él en más de algún momento, tomar su lugar. Como dije, es casi una marca, pero hay una diferencia inmensa. Es el hecho de que no es una marca comercial como lo es uno que tocó también aquella noche, sino que es una marca completamente artística, que impone vanguardia, que sus discos son verdaderos suicidios comerciales, que su avantgarde suena a nada que se haya escuchado antes. También el hecho de que no es solo una careta actuada de loco, menos una actitud, sino que por el contrario, esa es su naturaleza, esa es su esencia. Lo surrealista y raro es su sino, tomando aquello casi con responsabilidad.
Deseaba pretéritamente que si viniese, lo hubiese hecho con Tomahawk o Fantômas ya que aquellas bandas están vigentes y su participación es inmensa (Peeping Tom cumple esos requisitos pero no es de mi total gusto). En Zu, en cambio, según lo que había visto en distintos videos, su genialidad no queda del todo plasmada, ya que solo participa con sus tornamesas y sintetizadores, cantando solo en dos temas del Carboniferous (Soulympics y Orc). Por lo tanto, mi expectación era un poco menor, aunque sabía que sería igualmente incomparable.
De pronto, brutalmente, aparecieron los cuatro integrantes sobre el escenario con máscaras al estilo de la lucha libre mexicana al igual que sus dos guardaespaldas, los cuales se situaron a los costados del escenario. Increíble. Surrealistamente prodigioso. La primera fue Cthonian y ¡sorpresa! Patton empezó a colaborar con su voz y gritos sacados de la pequeña enciclopedia de la locura (ya que en ella más que páginas hay imaginación), cosa que continuó durante todo el show y que, de paso, subsanó el único obstáculo que sentía. Genial.
 



Por otra parte, corroboré una antigua y cruel sentencia: La gente, los llamados “fanáticos” con efectistas poleras de antiguos grupos de Patton no escuchan nada, nada de nada. No es posible que sabiendo que viene con una banda con la cual tiene solo un disco, repito: un solo disco, no se den el “trabajo” de escucharlo (las comillas son porque debería ser un deleite). No puede ser que venga uno de los artistas más requeridos en el mundo y solo un tres por ciento, a lo mucho, conozca el disco. Incluso escuché comentarios tales como: “¿Qué es esto?” o “Pagué treinta lucas y no ha tocado nada”. Vergonzoso. Además cuando tocaban Orc, el último tema del disco y en el cual aparece el ladrido de un perro, no faltó el desubicado que dijo: “El baile de los que sobran”, por último decir Seamus de Pink Flyod. Demolió con tamaña estupidez la ensoñación en la que estaba.
Pude abstraerme de aquella sensación y me dedique solo a disfrutar y bailar frenéticamente ante los desquiciados sonidos emergidos de ese descomunal saxofón de Luca T. Mai, de ese desollador bajo de Massimo Pupillo, de esa brutal bateria de Jacopo Battaglia y finalmente, de los esquizofrénicos aullidos de Patton. Siguió el concierto a través de los distintos temas de los que se compone el disco, sobresaliendo cada uno por sobre el otro, y el anterior por sobre el siguiente, y el posterior se rendía ante el primero y el último ante el tercero, y así sucesivamente, uno sonaba monstruoso ante otro que sonaba más feroz aún, como Soulympics (asombroso) versus Carbon. No hubo puntos bajos. Quizás el primer tema sonó un poco bajo, pero Patton dio unas indicaciones y problema solucionado. Todo sonó perfecto. Todo sonó espiritualmente ensayado. Todo sonó pulcro pero natural, nada matemático. Completa conexión. Todos los integrantes sabían que hacer, colaborando en lo suyo para dar aquella atmósfera anómala, chocante, extravagante o extraña a la noche de Santiago. Bizarramente acogedor. Agrado total. 
Toda satisfacción aumento más aún con cuatro elementos: El primero fue las improvisaciones nauseabundas de Patton con sus tornamesas, sintetizadores y elementos electrónicos varios, cual dj profesional.



El segundo fue algo inesperado pero sorprendente. La emoción me emborrachó. Se trató de los primeros diálogos de Fando y Lis de Jodorowsky. Algo que solo el ex vocalista de Mr. Bungle podía hacer, algo tan genial solo podía ocurrírsele a él. Ningún otro artista podría haberlo hecho. Nadie más. El diálogo es de Fando cuando pequeño con su padre, estaba grabado como pista, y sonó mientras Patton se sentaba. Dice así:"–Juguemos. Si yo soy un gran pianista...... –Si eres un gran pianista, y te corto un brazo... ¿Qué haces? .......... – Me dedico a pintar........... – Si eres un gran pintor, y te corto el otro brazo... ¿qué haces? ....... – Me dedico a bailar..... – Si eres un gran bailarín y te corto las piernas... ¿qué haces? .... – Me dedico a cantar..... – Si eres un cantante y te corto la garganta... ¿qué haces? ..... – Como estoy muerto, pido que con mi piel se fabrique un tambor.......– Y si quemo el tambor... ¿qué haces? ..... – Me convierto en una nube que tome diferentes formas..... – Si la nube se disuelve... ¿qué haces?..... –Me convierto en lluvia, y hago que crezca la hierba...... –¡Ganaste! Me sentiré muy solo el día que no estés..... –Si algún día te sientes solo, busca la maravillosa ciudad de Tar." Único !.

El maldito de Patton vino a ponernos en órbita a un genio nacional, obviamente pocos lo conocen, ya sea porque sus películas son algo difíciles de conseguir como por ese afán de nuestra idiosincrasia de mirar hacia fuera en lugar de mirar hacia dentro. Pocos entendieron en ese momento el cinéfilo giño. Nos dijo: “Tienen a Jodorowsky. Un Genio. Chileno. Y nadie lo conoce”. Bueno, lo hizo y sonó asombroso y mágico.
El tercero fue cuando tocaron 24.000 Baci a una velocidad demencial.
Y el cuarto y último: cuando cerraron aparentemente el show con Ostia (primer tema del Carboniferous) la cual sonó aún más potente y macizo que en el mismo disco, pero volvieron y Patton empezó a cantar el tema que aparece en Mulholland Drive de David Lynch, el que suena mientras las protagonistas están en el teatro, que se llama "Llorando". Más loco e insigne aún. Imaginé a Patton sobre el escenario de Lynch, volviéndose todo aún más obsceno en ese ensueño perverso.




 Debo decir que Mike Patton debe ser el mejor frontman que existe, su sola presencia en el escenario es suficiente, se basta a si mismo (y sumado a tres músicos muy buenos, el sonido es superlativo). Se ratifica por el hecho de que ante el escaso repertorio que tenía Zu, hizo que todo sonara completo, absoluto. Dio al show, con sus gestos y movimientos, un ambiente especial, único e irrepetible. En las pantallas se mostraba continuamente una polera que decía: “Mike Patton is my God”. Un poco exagerado, pero que tiene mucho de verdad. Mike Patton es un genio