viernes, 27 de diciembre de 2013

Memorial 27F. Concepción. La continuación del desastre.


Sin querer ser una especie de crítico de arte debo decir que el Memorial del 27F en Concepción (cercano al Puente Llacolén) es absolutamente horrible, dando lo mismo en qué gobierno nació, pero es artísticamente muy pobre. El origen de la obra merecía algo mejor, pero en esos términos una simple placa era más bella. Gigante y rimbombante pero no produce ninguna emoción ni sensación ni tampoco ganas de un análisis mayor, solo produce desconexión entre sus motivos y sus formas. 
Un poco más allá, en ese mismo parque, hay otras obras entre las cuales se elevan una de Assler, otra de Pinto D´Aguiar y otros portentos de la escultura chilena, y lo del memorial parece cualquier cosa sobre todo por tamaño y formas, una especie de mall mal edificado. Más horrible por izarse en una época en que las grandes construcciones (Costanera Center, Mall en Chiloé, etc) vienen siendo muestra de incultura y mal gusto. Lamentable.
Incluso una agrupación de artistas atacaron la instalación, a través de una misiva, la cual al leerse se distingue claramente que la agrupación no ataca a la obra misma, no catalogándola de ninguna forma, sino que ella como un insulto a las demás obras en conjunto y las consecuencias de la falta de respeto ante el entorno. 
Yendo a lo tragicómico del asunto, debo decir que por un momento imaginé a Piñera diseñando esta "escultura" en su escritorio en La Moneda, y al terminarla, aplaudiéndose ante la maravilla (él lo cree fuertemente) que ha creado. Llega a dar asco la escena.

Polanski.


Esta, para mí, es la mejor parte de la obra de Polanski, en la cual se nota un cine de autor, con una dirección con características propias. Me refiero a las siguientes películas: Cuchillo en el Agua (aunque con algo de Antonioni), Cul de Sac, Repulsión, El Inquilino y quizás, solo quizás, El bebe de Rosemary. Conjuntamente con sus cortos iniciales. Esa mezcla de locura, drama psicológico, obsesiones, absurdo y tenebrismo. Para mí, éstas son las que hicieron grande a Polanski. Las demás, creo, pudo haberlas hecho cualquiera y se alejan de lo que yo considero como realmente valioso artísticamente.
Respecto a las demás, las incluyo a todas en ese poupurri que es en gran parte el cine de Polanski (quizás mucho de cine de encargo), que va desde Shakespeare o Dickens hasta Hardy, pasando por el cine bélico del bueno hasta temática best-sellers del más pop.
Polanski para mí es una especie de camaleón con un inicio de dragón.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

"La Consagración de la Primavera" de Igor Stravinski. Teatro Caupolicán. 03.12.2013


Debido al incendio del Teatro Municipal, se ejecutó en el Teatro Caupolicán. Dirigió en esta oportunidad, don Paolo Bortolameolli
En Wikipedia aparecen estas excelentes palabras:
A diferencia de en los ballets anteriores, obras más “rusas” y menos “rupturistas”, Stravinski se atrevió, en esta obra, a innovar más de cuanto la corriente modernista francesa (una de las vanguardias en aquel momento) se había atrevido a hacer. Su estreno, como podía esperarse, supuso un estrepitoso fracaso: el público comenzó a abuchear la obra cuando ésta aún no había finalizado. La crítica por su parte estaba dividida entre los maravillados modernistas franceses, y los reaccionarios autores románticos y post-románticos, que la consideraron como una sucesión estruendosa e incomprensible de sonidos y ruidos.
La innovación de esta obra se produjo fundamentalmente en varios ámbitos musicales:
  • Ritmo. El autor prescinde de las típicas secuencias que caracterizaban hasta el momento toda obra (por ejemplo: Introducción, Tema principal, Variación 1, Variación 2, ...), adquiriendo una estructura lineal, prácticamente carente de repeticiones. Además, no hay sincronía y acompasamiento ni entre las distintas voces de los instrumentos, ni entre sí mismas a lo largo del tiempo, lo que produce en el oyente esa sensación de imprevisión, impulso, brutalidad y desorden. Por otra parte, los ritmos utilizados se vuelven irregulares por el constante cambio de compás, por el uso de compases complejos o por la utilización de la síncopa para alterar la posición de las partes acentuadas de los compases. Hay pulsación en el ritmo, naturalmente, pero la duración no es siempre la misma y unas son más largas que otras. Esta tipo de figura de pulsación desigual tiene un nombre propio: se llama ritmo Aksak (del turco, "cojo"), y es propia de la tradición de muchos pueblos del este de Europa, ya que los turcos lo llevaron a los pueblos eslavos. De nuevo algo antiguo suena realmente nuevo.
  • Melodía. Sin llegar a la destrucción del sistema de octavas, y la adopción de la música dodecafónica, es frecuente en esta obra el uso de disonancias, así como de líneas musicales (bien de fondo o como figura principal) que no respetan estrictamente las líneas marcadas por las modalidades y las escalas, sino a veces meramente onomatopéyicas, todo con una función figurativa al servicio de una mejor representación plástica. Es importante señalar que para la creación de estas melodías Stravinsky utiliza escalas y modos “antiguos” que se asemejan a los actuales pero en realidad no son del todo ni mayor ni menor. Con ello consigue un cierto efecto de antigüedad. También emplea pocas notas en la escala para crear melodías de poco recorrido (antaño dependían por completo de la voz para ser ejecutadas y no se permitían registros amplios para comodidad del intérprete vocal) y pocos saltos. Además son muy repetitivas. Otras se basan incluso en escalas pentatónicas de 5 notas.
  • Armonía. Como resultado de la superposición de líneas melódicas, la armonía que se obtiene se aparta de la tonalidad clásica. Esta armonía no tiene función estructural, como sucede en Schönberg, sino que muchas veces se compone de una simple acumulación de notas. El uso de estratificación de terceras, o cluster. La obra está cerca del atonalismo pero con un sentido muy estricto, aunque se usen acordes disonantes, con intervalos aumentados o disminuidos, todo tiene un sentido además de la capacidad del autor, para dar brillo a la obra y sacar la sonoridad que se pretende.
  • Orquestación. Stravinsky desarrolla aquí una sonoridad completamente nueva. Abundan los efectos percusivos, agresivos y violentos, desaparece sonido expresivo y melódico de los instrumentos de cuerda y se favorece el predominio de la percusión y los instrumentos de viento, evocadores de una naturaleza salvaje y primitiva. En algunos momentos el uso de los instrumentos de viento madera (corno inglés, flauta contralto) tiene un efecto exótico y evocador. El solo de fagot en el registro agudo con el que comienza la obra ya indica que nos encontramos en un mundo totalmente nuevo en lo que a la sonoridad orquestal se refiere. Otro tipo de recurso instrumental utilizado a menudo en la obra de Stravinsky es la mixtura de sonidos. Esta en concreto entre flauta contralto y violín solo tocando en armónicos una escala pentatónica como las de antes es realmente inusual. Merece la pena destacar igualmente el curioso papel reservado a las cuerdas en esta composición. Los violines, que por lo general son los encargados de llevar el peso de la obra, se limitan prácticamente a funciones de acompañamiento rítmico tocando notas breves y repetitivas, sin participar del protagonismo habitual. De hecho trata la cuerda de un modo rudo y áspero, como un instrumento de percusión.
Debido a su condición de primera obra claramente rupturista, y a la dificultad de su audición (especialmente para los oídos acostumbrados a los compases barrocos, neoclásicos y románticos), esta obra puede considerarse para el oyente como una obra inicial de la música clásica del siglo XX. A partir de Stravinski, el estilo rupturista domina todo el panorama musical europeo en todas sus dimensiones, como la melodía, la forma y el timbre. De hecho, en ninguna otra obra de Stravinski encontramos la misma voluntad de romper deliberadamente contra todo lo anterior, por lo que el escándalo de esta obra no se repetirá.

martes, 3 de diciembre de 2013

Adrian Belew en Chile por Segunda Vez. Teatro Nescafé de las Artes. 02.12.2013.



La verdad es que con Matte Kudasai me mató de entrada. K.O. en el segundo uno (la sensación, mezcla de emoción y melancolía, solo es comparable a Trains de Steven Wilson ejecutada casi a capella al final de su show del 2012 en el Caupolicán). Por otra parte, es agradable escuchar la experimentación sonora de Belew en vivo, es otra cosa, un tipo que le saca chispa a su instrumento, incluso con recursos algo similares a la onomatopeya. Pero hay que decir una cosa, o más bien, debo ser sincero, la obra de Belew como solista no me mata, salvo alguno de sus discos como el Side One (lamentablemente no toco una de mis favoritas: Ampersand), pero en general no lo escucho regularmente y no me produce devoción su obra personal, mucho más me llena el Remain in Light de Talking Heads. Incluso tocó ayer un tema con una estructura muy formato canción que derechamente no me gustó y que no había escuchado antes, voy a buscar su nombre, super simple (lo que no es malo directamente) pero que demuestra el anhelo de pop de Belew (lo que tampoco es malo), pero de una forma que a mi en lo personal no me gustó. Sin embargo, lo hecho junto a King Crimson (motivo esencial de lo lleno del local convengamos) es algo prácticamente insuperable, y es por eso que la ya mencionada Matte Kudasai, Frame by Frame, Neurotica, Dinosaur, la espectacular Three of a perfect pair y Thela Hun Ginjeet fueron sin duda algo difícil de volver a sentir, y aunque son versiones más simples debido al formato trio (pienso en la sonoridad adornada maestramente en esas grabaciones en Japon del año 1995 en que se presentaban eminencias tales como Tony Levin, Robert Fripp, Trey Gunn, Bill Bruford, Pat Mastelotto, y el mismo Adrian Belew) igualmente causaron el efecto virtuoso de gozar con la composición y es que la voz de Belew efectivamente está intacta. Un buen momento el de ayer, y ojalá King Crimson nueva versión aparezca por acá el 2014.


lunes, 2 de diciembre de 2013

Tryo: Teloneando a Adrian Belew. Teatro Nescafé de Las Artes. 02.12.2013.


El viaje musical de Tryo es tan tremendo como su carrera. Tocaron un par de temas, breve e insuficiente para llegar a tomarle el peso a la calidad de su música, pero que lograron plasmar ante los espectadores lo que realmente son: Una de las mejores bandas del rock progresivo nacional.  

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Meshuggah en Chile. Teatro Caupolicán. 12.11.2013.


Inmenso concierto. Lo más inmenso. Si bien es cierto faltó por momentos algo de nitidez en la ejecución total, en lo demás fue perfecto. Por otra parte, a pesar de que Meshuggah suena harto en métrica 4/4, con riffs de tempos imposibles como en "I am Colossus", dio para deleitarse cabeceando a diestra a siniestra . Pensar en puntos bajos en esta oportunidad no resulta, sino que por el contrario lo que se debe buscar son los puntos más altos aún, y entre estos, más allá de la velocidad de "Combustion" o "The Hurt ...." , está "Demiurge" que sonó increíble o el cambio a la brutalidad desde "Minds Mirrors" a "In death - Is Life" que fue para mí lo más poderoso del concierto. También resultaron aprobados los "solos" de guitarra, ya que mientras los otros mantienen el groove, suena perfectamente disonante y demencial la guitarra, haciendo un trabajo digamos "melódico" (ajajajaj) mientras los otros persisten en lo rítmico, esto según el setlist se repitió en distintas ocasiones que fueron 100% la raja. Según mi parecer, y hablando de un tema más profundo o metafísico, llamó mi atención que su sonido en vivo (estando ahí mismo) es bastante psicodélico, no esa psicodelia propia de los 60 y 70, ni menos de la revolución de las flores y esa onda hippie, pero si muy espiritual, una especie de trascendentalismo pero de lo oscuro, el llegar a esa dimensión que se refleja mucho en su arte, digamos sobre todo la caratula del obZen y los pendones que había ayer en el escenario del Caupolicán, esa mezcla de meditación negativa como si existiese una inmaterialidad abstracta, pesimista, demencial y demoníaca a la cual Meshuggah rinde pleitesía. Un budismo meditativo pero de lo oculto, denso y críptico: la contemplación de lo perverso. Una especie de religión de lo lóbrego. Esa emoción pude sentir anoche mezclado al murallón sónico de una banda ya histórica. Mil veces inmenso. Meshuggah es un Leviatan, un Coloso eterno que subsiste mientras el hombre se desvanece.